Testimonio de Carlos A. Felici
Mi nombre es Carlos A. Felici A, todos me conocen como Charly Felici.
Estoy por cumplir 41 años, papá de 2 niños y casado desde hace 9 años.
Marzo 2009. Después de muchos días de experimentar fiebres que no tenían explicación convincente por parte de mis médicos, malestares varios y una marcada pérdida de peso, entre otros síntomas que dificultaban la posibilidad de un diagnóstico concreto, existía la posibilidad de que estuviéramos frente a un gran divertículo. Inclusive entre otros síntomas un dolor muy intenso para caminar, por lo que me enviaron a hacer un “Colotac”.
Era viernes en la mañana, entré muy confiado al estudio, es un estudio muy invasivo, desde que te preparas el día anterior. Finalmente saliendo del estudio en el mostrador del hospital pregunté que cuando estarían disponibles los resultados, me dijeron que hasta el Martes, ¡no por favor!! Yo ya no aguantaba ni 20 minutos y esperar tantos días con la incertidumbre no era opción, le llamé a mi Dr. y le pedí que si podía me diera un previo, me dijo que sí, que a las 4 iba a pasar a ver las primeras placas y si veía algo raro me llamaría.
Efectivamente a las 4 en punto sonó el teléfono en casa, yo contesté, era el Dr. y sin ningún preámbulo me dijo, -Charly, tengo aquí tus placas y estoy viendo unas masas muy grandes en el colon que pueden ser formaciones tumorales, pero eso es lo que menos me preocupa, hay una necrosis avanzada en el hígado, mi recomendación es que te internes inmediatamente para controlar el proceso y hacer las pruebas necesarias. En el hospital ya te van a estar esperando.
Literalmente me quedé sin habla por los siguientes 5 o 10 minutos, me quedé pensando cómo explicarle a mi esposa lo que me acababan de decir, a mis papás, francamente no estaba entendiendo lo que estaba pasando. Finalmente le dije a mi esposa, sin preparar nada, igual como me lo dijo el Dr., así se lo dije, inmediatamente se puso en “Emergency mode”, habló con sus hermanas, organizó como dejar a los niños, preparó una maleta con lo elemental para nosotros dos, otra para los niños, en 30 minutos estaba todo organizado para poder salir sin contratiempos al hospital. Hablé con mis papás, les dije lo que estaba pasando, mi papá entro en “modo de resistencia”, sin embargo ya estábamos camino al hospital.
En el hospital y con toda la batería de estudios se pudo contar con un diagnóstico definitivo y contundente: Cáncer sincrónico de colon con metástasis de hígado; el Dr. Luis Ize me dio el diagnóstico, y pudo ver perfectamente como en ese momento me descompuse, se acercó y me dijo, “Charly, si sales a llorar por los pasillos del hospital te vas a morir”, créeme que tienes que poner de tu parte para que te recuperes, lo que tienes es grave pero aún se puede hacer algo, hay que esperar a que el oncólogo te valore. Esta frase realmente hizo toda la diferencia y es como mi lema de batalla desde entonces, hasta hoy y lo seguirá siendo por siempre.
Luis por lo pronto estaba programando hacer cirugía a colon e hígado, sin embargo mi oncólogo propuso que primero hiciéramos quimioterapia pues ya las condiciones no eran buenas para una cirugía tan grande, todos mis médicos aceptaron que se hiciera de esta forma, yo por fin conocí a Juan, mi oncólogo, me dijo como estaban las cosas, la gravedad del asunto, le pregunte sobre las posibilidades de supervivencia, me dijo, hay que ser muy prudente, se trata de cáncer en un estado muy avanzado y con metástasis, en mi opinión hay que esperar a ver cómo evolucionas, por lo pronto necesito que veas al Dr. Calderón para colocarte un catéter externo para iniciar hoy mismo las quimioterapias, me dio la receta tanto para medicamentos como para el catéter, le pregunté a Juan si tenía que ser todo ese mismo día, que si podía ir a casa a cambiarme, pues no tenía ya ropa limpia, -Literal- se me quedo viendo como incrédulo de lo que había dicho y me dijo: Charly, no, no tienes tiempo de ir a tu casa a cambiarte los zapatos, lo que tienes es muy grave y hay que empezar a tratarlo inmediatamente. Este fue mi segundo campanazo a la cabeza, creo que aquí fue cuando me quedo claro que mi vida efectivamente estaba en peligro real y que definitivamente estaba en mis manos decidir el destino de mi recuperación, así que iniciamos el proceso inmediatamente.
El primer ciclo fue de 12 quimioterapias, donde desde la sexta se puedo ver una mejoría significativa en el hígado, debo decir que no fue fácil el proceso de las quimios, los que han pasado por esto, saben perfectamente de lo que estoy hablando.
Cuernavaca se volvió mi bunker, el clima me ayudó mucho ya que las quimioterapias a algunos nos producen “Frio Crónico”, como todo, hubo quimios devastadoras y otras menos malas pero todas me las avente sin chistar, el apoyo de mi esposa y su familia fue patente en todo momento, mis papás, hermanos y amigos, siempre presentes y en franco apoyo, en mi trabajo me permitieron enfrentar el proceso desde casa, lo cual agradezco enormemente pues me obligo a salir de la rutina, buscar actividades que mantuvieran mi cabeza ocupada, hice cosas muy interesantes incluso hice un diplomado “Online” de la UIA y aprendí “Carpintería” crecí mucho durante este tiempo, revisé toda mi vida en retrospectiva, le hice los “ajustes” necesarios a mi persona, hoy sigo aún ajustando algunas cosas.
Pero, regresando al tema, me practicaron la cirugía de colon después de cerrar las 12 quimios programadas, donde dependiendo de las condiciones físicas del hígado se decidiría ahí mismo durante la cirugía si se operaba o no, afortunadamente mi hígado estaba ya en buenas condiciones, muchas cicatrices, pero en buenas condiciones y no fue necesario intervenirlo, definitivamente el colon lo perdí, solo me dejaron 10cm de recto al que se unió el intestino delgado, pase un par de semanas en el hospital, inmediatamente llegando a casa, empecé a experimentar molestias y complicaciones, donde físicamente las pruebas y estudios no mostraban evidencia de ninguna complicación, iba y venía del hospital, incluso me interne dos veces, una cinco días y otra 10, donde ninguna prueba evidenciaba algo, regrese a casa y el malestar era insoportable.
Fue necesario acudir a un infectólogo, había ya una infección muy grande por lo que fue necesario recibir medicación diaria intravenosa en casa dos veces al día durante gran parte del mes de octubre, fue una etapa totalmente oscura, de pesadilla, por momentos estaba totalmente inconsciente, no me podía levantar, no podía caminar, vomito constante. Defino esta etapa en algunas pláticas que he dado, como visitar el infierno 2 veces al día, fue una de las etapas más difíciles del proceso, incluso se temía que la infección se hubiera pasado al corazón, mi infectólogo también fue muy contundente frente una pregunta de mi esposa, donde después de extender el tratamiento Delia pregunto, oiga y ¿por qué?, ¡si ya no está aguantando! y el Dr. José le contestó, si no lo hacemos se va a morir, si quiere puede pedir otra opinión y efectivamente… Seguimos el tratamiento extendido.
Finalmente ya en muy malas condiciones Luis decidió que la única forma de saber que estaba pasando era abrir y explorar, es decir operar de nuevo, pero tenía que ser ¡ya!, pues yo estaba en muy malas condiciones. Mi esposa hablo con mis papás, hermanos, amigos, las condiciones en que ésta cirugía se llevaría a cabo no eran las mejores y podía pasar cualquier cosa, incluso no salir con vida de esta, -esto yo no lo sabía- , lo supe después de la operación. Finalmente todo salió muy bien, se trataba de unos abscesos infecciosos que oprimían el intestino, fue posible quitar dos o tres, pero había uno ubicado en una zona donde no se podía acceder por lo que fue necesario hacer un procedimiento donde yo tenía que estar consciente y viendo por una pantalla para que no hubiera alguna complicación, el procedimiento fue exitoso, pase muchos días más en el hospital, hasta casi final de noviembre, todo el tiempo que pase en el hospital, fue una aventura, días buenos, otros no tanto, otros estás hasta el cepillo, alimentación parenteral, aplicación de antibióticos, drenajes, análisis prácticamente diarios, caminar dos o tres veces cada tres horas diariamente, esas caminatas eran de pesadilla. Bañarme era todo un espectáculo, mantenimiento al catéter, una verdadera jodedera, pero al final, estaba vivo y rodeado de mi gente cercana que no dejó un solo día de visitarme.
Regresé a casa en Diciembre, sí ¡iba a poder llegar a Navidad!, mi cumpleaños que fue en Noviembre me lo celebraron en el hospital mi esposa, mis hermanas, amigos, compadres, papás, etc., llegaron todos disfrazados, me los imagino en el elevador vestidos de payasos, buzos y Jessy la vaquerita a las 8:30 de la noche.
Inicié mi segundo ciclo de quimios en Enero 2010, originalmente cubriría 18, pero nos extendimos hasta 28, el argumento de Juan fue seguir con quimios hasta donde yo pudiera aguantar, con algunos períodos de descanso, el proceso cubrió prácticamente todo el año, nuevamente los efectos secundarios más una nueva variable, la afectación directa en la piel, afortunadamente me inventé un método de aseo que me ayudó mucho.
Créanme, a pesar de todo, aprendí a pelear por mi vida, acepte las nuevas condiciones de vida desde el inicio del proceso, aprendí que hay cosas que no pueden esperar, el proceso desafortunadamente debilita otras cosas, mi familia, mi esposa e hijos quedaron muy afectados, mi esposa y yo ya casi terminamos de superarlo apenas ahora, mi hija, María Luisa, lo ha sufrido mucho incluso hoy arrastra por momentos esas imágenes de “muerte” y lo hace patente, me preocupa, seguimos trabajando para regresar a la normalidad yo he estado en terapia durante poco más de un año, justo por recomendación de la escuela de mis hijos, para ayudarme y poder involucrarme nuevamente con mi familia y el manejo de todas estas emociones, pero hoy, a pesar de todo viendo para atrás todo el proceso, he sacado más cosas positivas que negativas, la enfermedad, me reinventó como persona, me enseñó a sobrevivir, a confiar, soy mejor persona conmigo y los demás, he cambiado muchos vicios que le ponían piedras a mi relación de pareja, mi trabajo se ha visto beneficiado, no quiero decir que “gracias al cáncer”, sin embargo me obligo a sacar de mi todo aquello que me saboteaba y enfocarme a hacerme un profesional de la supervivencia con mis mejores armas.
Hoy llevo un año y nueve meses de haber dejado las quimioterapias, me practico los exámenes de rigor, estoy en buenas condiciones y mantengo ésta nueva filosofía de vida, me interesa apoyar a otros con pláticas. Cuando me invitan con gusto voy, estoy analizando otras formas de apoyar, en mi trabajo también doy pláticas buscando concientizar a mis compañeros sobre lo importante que es tener una actitud positiva y no derrotarse desde el diagnóstico, la frase de Luis: “Si sales a llorar por los pasillos del hospital, te vas a morir” fue mi motor de supervivencia, no darle oportunidad al cáncer, sobrevivir no es opcional, no se puede negociar con este enemigo, hay que enfrentarlo y siempre buscar derrotarlo con nuestras mejores armas.
Me pueden seguir en twitter @barricas71
Carlos Felici.
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